sábado, junio 18, 2005

El rodaballo navega con una nube como casquete. El cielo es de grises casi uniformes, diría que se ha vuelto plano. Los pájaros anuncian que la guía del día está lista y sólo hace falta dirigirla a voluntad.
La vida es una madeja recién ovillada, sueña su centro, brilla.



¨¨¨¨

Atada contra la higuera, me desprendés con la lengua el jugo dulce y pegajoso que cristaliza, los gotones azules, las semillas.
El higo no tiñe pero tenés los labios morados, debe ser que estoy siendo devorada, siento en algunas partes una ventilación extra, es cierto. Tu boca cada vez más roja y yo a cada segundo más pálida. Sí, estoy yéndome por algún lado, perdiéndome entre las hojas urticantes, en tu corteza.

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Tiernizar
Fluidar
Echar por la borda
andar a los tumbos y caer parada.
Lugares comunes.
Citas
El crepúsculo azul cobalto
desprende luces frías y desnuda:
soy el anticipo de la gran debacle.


¨¨¨¨

Es difícil que pase desapercibido: casi dos metros de altura, no le sobra ni le falta un gramo, ancho, fuerte, con una voz ronca acorde con la caja de resonancia de su pecho. Yo ya lo conocía, lo había visto varias veces, por eso no entiendo por qué me causó semejante sorpresa cuando se arremangó el pantalón para mostrar exactamente dónde se había quebrado la tibia el verano pasado. Ni bien apoyó esa pataza sobre la silla, las proporciones se desdibujaron y fue imposible no sobredimensionarlo todo. El pie, con su correspondiente zapatilla 46, ocupaba casi por completo el ancho del asiento (no exagero, no exagero), unos centímetros más arriba -apenas sobre el tobillo- un tatuaje tribal al que no le di pelota, seguí subiendo y no había nada que llamara la atención salvo que el respaldo se veía tan pequeño al lado de esa pantorrilla que la silla parecía la de algún liliputiense. Una imagen en escala que fue el gatillo de un revolver automático: al mismo tiempo que era imposible dejar de mirar era imposible contener a los ratones que se disparaban en todas direcciones sonrientes y en ropa interior:
Seguramente podría convertirme en una bolita de pan en pocos segundos bajo ese pie.
Será así la pantorrila del David de Miguel Angel?
Esto no es mármol.
Sentarme en el piso abrazada enroscada con piernas y brazos, con la guardia imperial - mi dúo dinámico- guareciendo los flancos hasta descansar mi mentón sobre esa rodilla.
Pura belleza masculina.


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Espejismo cotidiano

La sala se llenó de luz como si se hubieran descorrido las cortinas del cielo y el olor de las glicinas entró junto con la claridad. Por un par de minutos, el aroma fue lo único que pudimos percibir hasta quedar levemente borrachos.
Un rato después ya nos habíamos acostumbrado.


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Tener mucha fiebre es lo más parecido a encontrarse en medio de una pesadilla infantil: sin borde alguno, solos frente a una maroma de imágenes rebobinadas incomprensibles, en una indefensión absoluta ante las sábanas vueltas una trampa húmeda que amenaza con la asfixia, y el mínimo rapto de lucidez aprovechado para estirar el brazo y prenderse de la Seven Up que firme a un costado de la cama, contrarresta el calor, recupera algo de los hectolitros perdidos.
En esos momentos, cualquier pensamiento mundano deja de existir como realidad posible.


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Iluminaciones.
Me refiero a esas escenas relámpago - para quien los contempla tienen la misma duración y el mismo efecto- incomprensibles cuando suceden pero que, por una razón u otra, aparecen durante años en la memoria irrumpiendo de la misma manera que aquella primera vez: fugaces, inquietantes, inexplicables, sin razón aparente; una imagen registrada - en su extrañísimo tempo- como la copia de un grabado viviente. No se trata de premoniciones, no anticipan nada, la importancia es colateral, no es relevante lo que ocurre en la situación tantas veces rememorada (y al evocarla uno siempre, siempre se pregunta ¿por qué estoy recordando esto?).
Pero el día menos pensado la vida responde y asusta.



¨¨¨¨

Siempre me había resultado extraño y difícil de explicar el hecho de que el río pudiera llevarse gente en una crecida, y no me refiero a los que desafían a la corriente sino a esos que sorprende el agua.
Hasta que un día estando con mi marido de entonces en Cuesta Blanca, plena sierra cordobesa, paseábamos por el lecho reseco del San Antonio. Era difícil pisar sobre las piedras redondas que como un enorme nido o incubadora prehistórica tapizaban todo el fondo hasta el terraplén de más de tres metros, algo así como el lateral de una inmensa fosa; un silencio sólo interrumpido por el sonido de las piedras chocando bajo el peso de nuestros pies. De pronto me agaché y me quedé mirando la espuma que había aparecido como por arte de magia en un pequeño cuenco natural y dije maravillada:
Fer, mirá que hermosa espumita!
El, por suerte cordobés, miró, me dio la mano y ya en marcha me dijo sin darse vuelta “volemos, se viene el agua”. Era imposible correr, imposible como pensar en subir por esas paredes de tierra a 90º, teníamos que volver por donde habíamos venido, nos faltaba el aire, en un par de minutos el agua nos tapaba los tobillos, no más silencio, el ruido del torrente llegaba hasta nosotros amplificado como por un tubo. Obviamente, llegamos a tiempo al lugar donde estaba la picadita por donde habíamos bajado hacía un rato, o quizás encontramos alguna otra antes y subimos, eso no lo recuerdo, pero tengo impresa una instantánea en la memoria: una imagen mía momentos después, parada sobre una roca, temblando y mirando incrédula el río que ya no mostraba ninguno de sus huevos en el fondo. En menos de dos horas se había desatado por completo, troncos de distintos tamaños flotando a la deriva, ni rastros del puente de madera, al borde del desborde.


¨¨¨¨

la mitad en que crezco del lado humano
disloca mi postura
le da fama de pájaro.

la otra mitad
dibuja círculos en el aire
anillos de agua.


¨¨¨¨


un durazno maduro se abre
y es la perfecta mitad del mundo


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asada calcinada
frita
rechoncha
babé
tierna ama
celofán de tu envoltura
confite de maní
cráter donde vierte
su excedente el torso
apoltronada mamé
la vertiente vertical
hice hilos hilvané
al tamiz de mi lengua malsana
asteriscos pinté en el portal
quebracho fuego
cenizas de unas brasas que.



¨¨¨¨
Mi amorcito es alpinista. El se va cada tanto un par de meses a donde sea más aconsejable según el momento del año, para emprender alguna escalada.
Estoy segura de que se enamoró de mí cuando se enteró que vivo en el piso veinticinco del edificio más alto de Buenos Aires. Desde el balcón de casa, de noche, la ciudad es una alfombra con un bordado incandescente. En verano, apoyados en la baranda observamos todo como quien mira el fuego y no puede sustraerse mientras tomamos jugo de limón helado, a él le gusta el frío. Me dice que piensa en mí en medio de las tormentas de nieve que a veces lo sorprenden y, por cábala, siempre lleva puesto alguno de mis calzones debajo del slip cuando sube (hay varios que ya son parte de su equipo: las tanguitas le molestan, pero
igual tiene un par).Yo lo adoro.


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adivinanza

ellos
los inocentes guardianes del cierre
los de la pose en cuatro
el maizal que peina tu lengua
el acompañamiento del festival coral
que ejecutamos a dúo
mi coquetería terrestre



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Tal vez sea yo la que produzco cambios en la personalidad de los hombres cuando me enamoro de uno. Lo mismo me pasa con los perros cuando son cachorros: en un par de meses mandan ellos, se enloquecen, quiero decir, se echan a perder. En cuanto a los hombres, se portan como cachorros y las consecuencias son nefastas: muebles rotos, devastación general, marcas por todos lados, descontrolan, hacen cosas que nunca antes.



¨¨¨¨
pietatis


tuve que sacar la computadora del lugar donde estaba (al lado de una ventana, snif...) porque la abundante humedad de la pared hizo que se prendiera fuego el enchufe.
tuve mucha suerte de que saltaran los tapones y no le pasara nada a la máquina, tuve suerte porque si se hubiera dañado, entre otras cosas, quizás yo estaría en cana: hubiera ido hecha una furia a la administración del edificio (que no les dio ni cinco de pelota a mis cientos de reclamos sobre el estado de la maldita pared) y les hubiera tirado la cpu por la cabeza.
aunque no me hace gracia, no tuve otra alternativa que traer la computadora al lado de mi cama y por las noches, la pequeña luz roja de la zapatilla es como una bracita tirada así como así sobre el piso de madera, como un falso rubí muy cerca de mis ojos.
aunque pensándolo bien, el color es tan artificial en la oscuridad que se parece más a las luces de neón con que iluminan las cruces exteriores de algunas iglesias...
y ahora ¿quién podrá salvarme de turros canonizados y pesadillas eclesiásticas ?



¨¨¨¨
Reunión estelar en la estepa
hielo
hielo
hielo
ideal para una zambullida
en un pozo y la corriente
ululando entre las piernas
que patalean
y empujan partes de peces
partes fagocitadas frías
muy rápido las piernas paleta
a mil
para no identificar
ni reparar
en las mutilaciones.



¨¨¨¨

paliativo

un brebaje casero
un ungüento
un emplaste de hierbas
una cremita
si me dicen de una flor
en un lugar remoto
voy y vengo
te traigo lo que sea
aunque no haya remedio



¨¨¨¨
con esta esquela mi abuela le declaró su amor a mi abuelo:

sucumbí a tus orejas en ve, a tu canción, y me hice de barro, a tu imagen.
me estiro cuan larga soy debajo del fresno y te digo: acá estoy mi jurubí, atento y primitivo mío, un descascaramiento atroz me produces cada vez que bufas y así, no puedo nada.
ignoré todo aquello que no supe, por eso fui feliz.


¨¨¨¨

extraño el plato
y extraño el gato


¨¨¨¨

anochecer con la tarde
quiero decir
oscurecerse
irse con la luz
cuando el cielo
orgasma en naranja
y desciende como un párpado
en el momento del sueño.


la línea del horizonte se vuelve entonces una ambrosía deliciosa y quienes se internan en la atmósfera de la fusión, regresan con la certeza de tener entre las manos algo poderoso sin poder decir qué es.



¨¨¨¨

Nada de lo dicho con intención cumple su cometido. Sin embargo, ahí donde la precisa gracia de las líneas se funde con la violencia del ángulo, ahí, en el escorzo del universo, en el codo doblegado al mango, en el máximo punto tolerable de torsión, allí se puede escuchar algo: algo puede leerse como en el borde manso de la almohada.
Y la longitud del aire, el aliento que le dicen (aquel largo de la novela o el suspiro poético) llega para hablar de tiempo en un espacio iluminado por luz de estrellas inexistentes desde hace siglos. A tales orígenes se remonta el primer encuentro, aquella vez en que los ojos irradiaron -inocularon- chispas silenciosas -mudas- pues el momento no era propicio para más exterior.



¨¨¨¨

el parabrisas delantero cubierto de punta a punta por cientos de gotas muy pequeñas y bien torneadas, idénticas y equidistantes, de molde, inmóviles pero con esa fragilidad asombrosa de lo suspendido adherido a nada.
afuera: grises de día gris, unos álamos pelados que atormenta el viento y el tapiz de gotas sobre el vidrio como un show inocente y diáfano exultando transparencia.
adentro: calor de invernadero.


¨¨¨¨
Instituciones

Miranda, de 10 años, mientras da vueltas en auto alrededor de la plaza céntrica de un barrio del conurbano dice:
-Ah, es igual que en las plazas de los pueblos: está la iglesia, la municipalidad, la comisaría, el banco, la escuela, el mac donald....


¨¨¨¨

exit

ir a ver. saber de y llorar hasta volverme toda salada.
cristalizar y salir.
ser, entonces, la sal: el condimento de aquél que reina en dominios ideales
y practica en mí una rara disección:
me corta el aire y se va.


¨¨¨¨

El otro día en la ducha -sin querer, sin saber, quiero decir, sin la menor premeditación- descubrí a mi fantasma y sucedió lo que sucede cuando uno tira de su breve atuendo y pronuncia su verdadero nombre, su nombre secreto: una red de asociaciones se configuró a la velocidad de la luz, una ruta brillante iluminó de un pantallazo las áreas oscuras: el mismísimo poder de la creación al calor del vapor. Tesoros de agua.


¨¨¨¨

una palabra esparcida como polvo de huesos

sinuosa serpentea en todo su esplendor

sin homenajes
rendida


¨¨¨¨
la cabeza no para, tengo que salir y alejarme del teléfono.
mi animal, asustado¨y furioso habla solo, mucho, demasiado esta mañana.
una paloma se posa en el dintel de la ventana, nos miramos cara a cara y huye.



¨¨¨¨
muge. y cuando muge dice que es un toro recio.
no sé qué le da. a veces es gracioso pero otras, es un problema con los vecinos.
cuando pasa tengo que vestirme toda de rojo y sacar a relucir la capa bermellón de que disponemos para esas ocasiones y con ella lo envuelvo y lo inmovilizo un rato, mientras él quiere, claro.
como no nos quedamos quietos ni un segundo enseguida nos da calor. el cuarto es pequeño pero casi no tiene muebles y ya que no hay lugar para correr, saltamos de acá para allá, cambiamos de dirección tan de improvisto como si estuviéramos en una verdadera arena y el entusiasmo del público lo reemplazamos por el de nuestras miradas que se encienden como Los Angeles aquella mañana cuando la furia negra.
como no acostumbramos hablar, nos alimentamos con una infinidad de sonidos de nuestra producción que serían la delicia de cualquier músico experimental.
tenemos un contacto cuerpo a cuerpo envidiable el toro y yo: nos restregamos el uno en el otro cuando sus embestidas me ponen contra las cuerdas, digo, contra la pared, y yo caigo no sin darle pelea. entonces los cuernos y las banderillas se confunden, se mezclan hasta que es imposible saber quién es quién. y es ahí cuando me mata.


¨¨¨¨

Con los colores de un campo flúo
compongo una trama que no te contenga
agrego al arbitraje de los ojos
el aguijón incisivo de las manos
y la curiosidad del espejo.



¨¨¨¨

se esconde el sol
se esconde la luna:
el cielo nos ha olvidado



¨¨¨¨
perenne
que dure para siempre
que no se pierda en sus hojas
que no me de respiro
y acuda a mí
como la figura transparente
que deforma la noche

quiero escoger dúos frutados
para erguirlos en las fuentes públicas
y que todos prueben
el sabor de la victoria


¨¨¨¨

amoroso

queda huella cada vez que incursiona esa parte tuya en mi patio carmín: cuando choca se fundan puertos y yo lo celebro.
después de sucedido, durante horas la evocación me afloja las coyunturas, igual que el acto.


¨¨¨¨¨

hay algo secándose bajo la cama

el lobo franqueó la puerta de entrada
y babea cerca de la alfombra
acurrucado a los pies de abuelita.

hay algo echando humo
y no soy yo


¨¨¨¨

enamorada de sí
se sigue por la calle
y se encuentra sonriéndole a medio mundo.
él tiene razón en morderle la oreja
y decirle:
no le sonrías al kioskero.


¨¨¨¨

Mantiene las nalgas apretadas y traga saliva. Cada uno de sus pasos pesa el triple que su cuerpo y caminar o girar el cuello para mirar a un lado y otro antes de cruzar, por ejemplo, le resultan tareas agotadoras. Y dado el ritmo vertiginoso y desatado de la calle, sus oportunidades siempre son pocas. Por eso no se le escapa nada. Por eso desabrocha las hebillas y abre lentamente el pequeño portafolio de cuero color ladrillo en cualquier esquina (en realidad, no en cualquiera), saca su bellísima Hammond de baquelita roja y se la lleva a la boca envuelta en el cuenco de sus manos como si fuera a bebérsela. La armónica suena amplificada por la potencia de sus fuelles que cargan la fuerza del agua pesada y el sonido se impone sobre cualquier otro. Respirar no es moverse y es breve el recorrido de su boca a derecha e izquierda por el cromado. Quien lo escucha jamás lo olvida: es la furia y el reposo del guerrero, una despedida, la fuente de la vida eterna, un coro de esclavos en una barraca, el galope del jinete y su amada, la alucinada imposición del desierto en medio de una avenida, la tristeza del mundo.


¨¨¨¨


polvos adolescentes
como cuando la libertad era una sensación táctil



¨¨¨¨

peeping tom

milton y su cháchara. milton y su musiquita contagiosa. milton y su loro al hombro.
y el traspié que sufriera aquella mañana en que subió a la terraza creyendo que estaba en el palo mayor, pispeando el horizonte con su poderoso largavista extendido hasta anclar en la azotea de una casa cercana, hasta verla tomando sol semidesnuda y creer que había encontrado, por fin, a su sirena.
flor de piña, ni bien abrió la puerta de calle para responder al timbre que sonaba empecinadamente -es cierto, quizás debería haber advertido que algo raro estaba ocurriendo- y se encontró frente a frente con el mastodonte ese, el esposo troglodita de la vecina que lo sentó de un golpe sin darle tiempo a ponerse en guardia siquiera.



¨¨¨¨¨

en su enhebrado cotidiano
una vida es revelada
cual sagrada exposición de los hechos
a los ojos de todos.

cómo creer.


¨¨¨¨

haceme ojitos
dame pan de leche
corré las cien millas con tu lengua por mi circuito integrado
quiero una escudería entera patinando en charcos de aceite
siguiendo la ruta del menor esfuerzo.


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recover o recuperate
haceme caso
no te bajes del tren en marcha
usá el espejito
no comas hamburguesas en once
tomá vitaminas
ahora que empieza el frío
quereme sólo a mí.

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bajá el copete y arremangate
sentí la humedad que traigo
para vos
desde que no te veo
los laureles crecen a mil kilómetros
de donde anida la victoriä